INTRODUCCIÓN
Hace casi dos meses que nació mi hijo, pero no me he puesto a hacer el relato. Guardo los momentos en la memoria y me da miedo no saber plasmarlos en el papel.
Mi embarazo fue muy bueno, como el anterior, aunque estuve más floja, porque me pilló el otoño en medio o porque ya soy cuatro años mayor.
También me supuso un reto asumir que el bebé era un niño, ya que mi familia es de casi totalidad niñas y pensé que no sabría entenderle y que no sabría crear un vínculo bueno entre hermanos.
Igual que el anterior embarazo, se me hizo largo, porque mi volumen me resultaba incómodo para mi vida cotidiana.
Mi hijo era un bebé grande, igual que lo fue mi hija mayor, sólo que ahora en mi cartilla ponía lo de bebé macrosómico anterior, de manera que desde el principio me hicieron prueba del azúcar en el primer y segundo trimestre y me avanzaron la fecha probable de parto una semana entera.
Al final me adelantaron las revisiones con monitores y me añadieron dos ecografías de control de peso.
Tuve que negarme a los tactos y decir que no quería inducción, menos mal que Albert estuvo a mi lado y me apoyó en todo momento, porque no es una experiencia nada agradable.
Habíamos pensado en parir en casa, para lo que contactamos con dos matronas, Rosa Escrivà, que me había llevado el embarazo de mi hija mayor, y Montse Bach.
Según avanzaba el embarazo la posibilidad de parir en casa se volvía remota, mi hijo era grande y los días pasaban sin señales de parto.
Mi matrona me propuso intentar una maniobra de Hamilton, me faltaban 2 días para cumplir las 42 semanas y el escenario sería ir a mi hospital de referencia para una inducción y una posible cesárea por el tamaño de mi hijo. Llevaba casi dos semanas con el móvil desconectado y casi evitando salir a la calle, triste de que acabara así mi último embarazo. Intentando no pensar mucho en el tema.
PARTO
Viernes 13 de junio, al día siguiente tenemos que presentarnos en el hospital para la inducción. A las 18.30 salimos a dar un paseo con mi tía, que ha venido para echarnos una mano. Volviendo ya a casa, a las 19.30 siento la primera contracción dolorosa.
No me lo puedo creer, tengo miedo de que se pare, pero sé que ya está aquí, lo reconozco.
Igual que la vez anterior, casi la misma hora.
Al llegar a casa yo subo y bajo las escaleras de mi piso con una sonrisa. A las 21:00 o así escribimos un mensaje a la matrona. Nos dice que hablara con la compañera y pensara en las opciones.
Vamos contabilizando con el reloj mientras mi tía hace vida normal con mi hija mayor. Igual que la vez anterior, las contracciones son regulares y van reduciendo intervalos, de 7 minutos pasan a 5 minutos.
Mi cuerpo trabaja como un reloj y pienso en mi madre y en mi abuela y me siento tan agradecida…
Me voy a nuestra habitación como si no quisiera perder la concentración. A las 22:00 mi hija se va a dormir y nos da un beso de buenas noches a los dos.
A las once de la noche llegan las matronas con todo lo necesario para intentarlo en casa. Mágicamente es el único día en que las dos están libres juntas ya que una sola ya nos habían dicho que no se atrevían.
Yo las abrazo y río y casi lloro.
Mi tía se pone nerviosa, así que llamamos a mi prima para que venga también. En realidad llama mi marido, yo ya voy a lo mío, no estoy para preparar nada, ni fotos, ni ponerme el collar que me habían dejado, ni comer. Igual que la otra vez, yo a lo mío.
Las matronas me hacen una primera exploración y va todo muy bien, casi estoy de 5 cm, esperarán una hora y media y si todo sigue igual, continuamos en casa.
Yo me inclino sobre la cómoda de nuestra habitación con las piernas abiertas y respiro. Va subiendo la intensidad. Necesito a Albert a mi lado.
Me vuelven a mirar, tumbarme es insoportable. Estoy en 8, mi bebé baja bien colocado como un cohete. Seguimos en casa.
De repente a mi marido le entra el hambre, y pide a mi tía que le haga un huevo frito jajajaja pero yo le digo que ni se le ocurra salir de la habitación.
Me coloco a los pies de la cama y a pesar de que no lo creía posible, empiezo a notar ganas de empujar. Me noto mojada y las llamo, pero me miran y no son aún las aguas. Me avisan de que es la transición y que será duro.
Las mando al salón de nuevo y me viene la sensación de que no seré capaz, de que falta mucho y no podré. Las ganas de empujar son más fuertes y yo grito de rodillas a los pies de la cama, agarrando una almohada.
Mi tía se ha ido a dar un paseo en algún momento con mi prima y su pareja.
La bolsa se rompe haciendo un ruido que escuchan las matronas desde el comedor. Me siento feliz, en medio de la marea de cansancio y dolor. Las aguas son claras y las vuelvo a mandar al comedor.
Empujo y noto algo, no sé explicar qué, me toco y lo noto, estoy segura de que es él y las llamo, les digo que lo noto. Esperan al siguiente pujo y lo ven, es verdad, está ahí, me dicen que tienen pelo moreno. Yo ya no veo nada, me hundo en la almohada y empujo como mi cuerpo me dicta, Rosa me aprieta algún punto en las lumbares con las manos y sé como empujar.
Noto el aro de fuego.
Noto como se me abre la cicatriz anterior.
No puedo mirar, necesito toda la concentración y fuerza para recuperarme en los descansos y volver a pujar en las contracciones.
Albert me abraza los hombros y me anima sin cesar. En 3 empujones sale la cabeza, luego otro y los hombros, y el bebe gira solo. Una última contracción y todo el cuerpo está fuera.
Me cuentan que Montse se puso en el suelo con un espejo. Estaba todo resbaladizo por las aguas, pero yo no veía nada, solo al bebé que intentaban pasarme entre las piernas y no cabía, porque traía los brazos abiertos (a Albert casi le da un infarto por miedo a que se cayese jajajajaja) y al que había escuchado llorar, alucinada.
El bebé.
Albert fue a avisar a mi tía, prima y su pareja, que en algún momento habían vuelto.
Eran las 2:46 de la mañana y nuestro hijo había nacido en casa. Casi casi a la misma hora que su hermana.
Me siento tan feliz con mi bebe resbaladizo y caliente en brazos.
Me sientan en la silla de partos y esperamos a que deje de latir el cordón y a que salga la placenta.
Mi hijo pesó 5.340 gramos, y midió 55 cm. Nos hizo un fabuloso regalo.
Mi hija mayor no se despertó en ningún momento y a la mañana siguiente vino a abrazarnos y besarnos a nuestra cama.
De nuevo dar a luz me llenó de una felicidad y un asombro que no sé describir muy bien, porque no me cabe dentro.
Muy agradecida a mi tía Charo, mi prima Charín y Luismi, que me regalaron un puerperio fantástico. A Montse y Rosa, nuestras matronas, que confiaron en mi bebé y en mi. A mi hija Nahia, por ayudarme sobre todo al final con los ejercicios y animarme y quererme. Muchas muchas gracias a Albert, que siempre ha estado a nuestro lado y muchas gracias a mi hijo Aran.
A pesar de las etiquetas y dificultades que nos ponen muchas veces, sin respeto, sin cuidados… Está claro que podemos parir.
Muchas gracias por compartir tan bella experiencia.
Un abrazo.
Muchísimas felicidades Miren!! Para mí es como si te conociera después de tanto leerte en CN, me alegro muchísimo de tu magnífica experiencia, eres una gran mujer!
Que precioso, precioso relato!! una luz para el camino de otras mujeres!! muchas gracias por compartir!!!