Durante el embarazo de L. me sentí muy bien, una correcta atención cada vez que iba a revisiones ecográficas, analíticas etc… . Yo había leído mucho (o al menos eso creía) sobre cómo era parto, que podía sentir, sus fases… Leí sobre la oxitocina (algo que se muestra en revistas para mamás embrazadas como algo normal y en muchas ocasiones estrictamente necesario…), también leí sobre la epidural (obviamente sobre sus ventajas, las desventajas a penas se mencionan), y por último la episotomia, algo que realmente me asustaba más que el dolor de las contracciones –
¡ Claro, iban a ser paradas con la epidural!-.
Martes 7 de Agosto de 2012, primera correas y primeras malas vibraciones… la verdad es que de ahí salí medio llorando, me hicieron un tacto que sinceramente me dolió bastante, me dijeron que estaba verde – ¿qué esperaban?, cumplía el 15 de Agosto!! – me hicieron pesarme y aquí llegó el momento más vergonzoso que pude sentir, una voz irónica y con aires de prepotencia me dijo – ¡ Carai chica, 20 kilos engordados, a esta niña tendrán que venirla a sacar los bomberos!, dos chicas más (no se que eran, si matronas, auxiliares, enfermeras), se rieron medio agachando la cabeza… . En ese momento me sentí ridícula, ¿cómo podía haber engordado tanto? ¿No me había dado cuenta que estaba hecha una vaca?….
Viernes 10 de Agosto, pasé toda la noche con unas contracciones que para mi (mamá primeriza) eran bastante fuertes, lo que más me extrañó es que dejé de sentir como L. se movía, llamé al hospital y me comentaron que debía ir a visitarme para comprobar el estado de salud de la pequeña.
Por suerte la niña estaba bien, lo único que el espacio cada vez es menor y no se mueve igual que antes. La matrona me comentó que era muy grande para ser una niña y que debía nacer ¡YA!, me dijo que me iba ha hacer un tacto (casi ya tenia la mano dentro), me hizo un tacto, me volvió a comentar que todavía estaba verde, de golpe, si decirme nada, pareció como que cogió impulso metió la mano hasta muy adentro y noté como un pellizco muy fuerte, fue un dolor horrible, sentí ganas de llorar, mi marido me miraba con cara de extrañado (suelo ser una persona que a penas me quejo de nada y con ningún tacto sentí semejante dolor).
Le pregunté sobre lo ocurrido, me dijo que no me preocupara, que todo estaba bien, que L. nacería en las próximas 24 – 48 horas. Cuando llegué a casa sentí la necesidad de buscar información sobre lo que me había hecho, aquí llegó “La maniobra de Hamilton” algo que debe realizarse en casos puntuales y sobre todo con el consentimiento de la madre previamente informada. – ¿Y a mi, por que nadie me dijo nada?
Ese domingo sentí que algo en mi cuerpo estaba cambiando…, me notaba rara, cansada, pero a la vez feliz porque sabia que el parto se acercaba. Durante todo el día tuve contracciones irregulares, eran fuertes, me dolían bastante, pero no quería volver a ir a hospital para nada. Tenía que ser paciente y cronometrarlas para saber si estaba de parto o no. Durante todo el día sentía que me hacia pipí encima, iba al baño y tenia las braguitas manchadas y a penas hacia pipí, imaginé que era flujo aunque demasiado líquido.
Cuando llegó la noche las contracciones se animaban, las iba teniendo regulares cada 5 minutos más o menos ¡Qué feliz me sentía!, pero sabía que aún tenía que esperar para ir al hospital.
Mi marido ya estaba nervioso y me decía que nos fuéramos ya, eran las 22’30h y tenia miedo a dormirse y que no nos diera tiempo a llegar al hospital …. – ¡Si supiera lo que se me venía encima…!-.
Hablé con una gran amiga por whasaap, me comentó que todavía era pronto, que estuviera en casa y descansara hasta que las contracciones fueran cada 3 minutos más o menos. Eso intenté hacer, me tumbé pero no podía estar tumbada, y de golpe noté como que me hacia pipí encima, y otra vez las braguitas mojadas. Fui al baño, me puse un salvaslip y al hacer pipí manché un color marrón rosado ¿qué era eso? ¿sería el tapón mucoso?
Mi marido se puso muy pesado por querer ir al hospital, así que como seguía con contracciones cada 5 minutos pues decidimos ir. A las 24’00 me ingresaron por bolsa fisurada, me comentaron que todavía estaba verde (como odio esa frase) solo tenia 1 cm dilatado y el cuello no estaba muy blando. Me dijeron que me dejaban durante toda la noche en la habitación para ver si me ponía de parto, sino a las 10 me lo inducían… , bueno no me pareció mala opción, total, la oxitocina tal y como leí, era algo muy común en la mayoría de partos.
Dicho y hecho, a las 10’30h ya estaba ingresada, me comentaron que iba a ser largo, que tuviera paciencia y que sobre todo intentara descansar para poder afrontar el momento con fuerzas. Me pusieron una vía con oxitocina, la barriga con monitores y a partir de ese momento quedé inmovilizada.
A partir de aquí, no recuerdo bien bien las horas, fue un día duro, tumbada en una cama, echando cabezadas a ratos y soportando unas contracciones de la ostia.
Recuerdo unas ganas horribles de hacer pipí, le pedí permiso para ir al baño, pues tenía los monitores y la vía…no podía moverme. Me dijeron que no, que me ponían la sonda para hacer pipí, y les dije -¿pero voy a tener que estar tumbada todo el rato?, si respuesta fue – sí, ahora debes estar aquí hasta que dilates 10 cm-, ¿Y cuántos llevaré ya…?, pensé…
A las 7 de la tarde no podía aguantar más, eran contracciones horribles me dolían mucho, en cada contracción mi cuerpo pedía levantarme pero ni podía, estaba liada con los monitores conectados a una maquina que reflejaba el latido de L.
En ese momento mi marido llamó a la matrona, en una de esas contracciones rompí a llorar y el se asustó.
Un ratito más tarde, echaron a mi marido de la habitación y de golpe entraron dos chicas contándose alguna anécdota. Me pusieron la epidural, teniéndome que pinchar dos veces porque la primera vez la pusieron mal…. ¡caramba! ¡Que daño me hicieron…!! A partir de aquí dejé de sentir dolor… pude dormir plácidamente hasta que la llegada del ginecólogo que iba a atender mi parto apareció.
Eran las 21’00h y por fin: Estaba de 9cm!!! Esto ya estaba hecho! Como muy tarde, a las 22’00 estaríamos en el paritorio… empezaba a ver el final… imaginaba la cara de mi pequeña… pero no… no fue así.
A las 21’30 entró una chica de parto que precisaba una cesárea de urgencia debido a que iba drogada y el latido del bebé no era el adecuado. Todo el equipo médico fueron hacia su cesárea, y a mi me dejaron sola… en esa habitación… de nuevo abandonada sin saber qué iba a pasar y cuándo iba a acabar esta historia…
Vino la comadrona, me explicó lo que pasaba y me pararon las contracciones, se acercó a mi barriga y le susurró a L. que no naciera. Yo en cambio notaba ganas de empujar… era mi momento, mi cuerpo lo pedía y ellos me lo quitaban…
Hasta las 23’00 no volví a tener noticias de nadie… hasta que por fin llegó el camillero: – Nos vamos para el paritorio, tu momento ha llegado-. Una mezcla de miedo y alegría se adueñaron de mi cuerpo, no sabia como sentirme y creo que el miedo me ganó. Rompí a llorar y le decía a mi marido que no podía más, que estaba muy cansada… que quería terminar con esto.
Allí llegué en aquella sala…tan fría…en aquella tumbona…tan incómoda… . Me comentaron que eran las 23’30 y que L. nacería antes de las 24’00, el ginecólogo hizo una “broma” sobre que había que agilizar el parto puesto que no había ni cenado…! ¿Alguien se preocupó de mi?
Y aquí llegó… lo que debería haber sido el momento más maravilloso de mi vida me lo quitaron….para siempre… Pude dar 3 pujos y noté como algo frío y metálico era introducido por mi vagina… y una especia de palanca y fuerza extraña hizo que L. saliera de un solo pujo, sin que Juan ni yo pudiéramos disfrutar de este tierno momento.
Sin poderla escuchar llorar se la llevaron, sin decirme nada, sin tenerla encima, sin poderla oler… puro protocolo me comentaron…
Por fin llegó el momento, y ya limpia de vernix (sin poder oler su piel recién salida) me la pusieron encima y 3 enfermeras intentaron que se agarrara al pecho. Sin duda, fui capaz de olvidar todo lo vivido y rompí a llorar de emoción porque al fin, 25 horas más tarde, pude abrazar a mi pequeña.
De golpe, unos escalofríos horribles invadieron mi cuerpo y unas ganas tremendas de vomitar hicieron que le diera a la niña a mi marido para yo poder incorporarme.
Tenia fiebre… y por consiguiente L. tuvo que volver a ser evaluada por si había infección… hasta las 2 de la madrugada no la volví a ver…
Este fue mi parto, no sanado, porque lloro mientras lo escribo, lloro por no haberme informado, lloro porque me violaron, violaron mis derechos como mujer, como madre y como persona.