Testimonis d’interrupció i pèrdua



Pèrdua gestacional, Sant Pau

Hace unos meses escribía mi carta de “Porqué quieres ser Doula” para el curso de formación que empecé con ilusión el fin de semana pasado. En esa carta explicaba que siempre quise ser madre, explicaba que cinco años atrás tuve un embarazo que resultó ser un huevo huero y terminó en un legrado y explicaba que actualmente estaba felizmente embarazada de unas poquitas semanas. Esta vez sí, decía.

 

Esta mañana me he despertado durmiendo boca abajo. Ha sido un shock. Ya ves tú, qué tontería. Es increíble que me parezca raro, ajeno, este repentino nuevo estado físico. De repente me he vaciado, (me han vaciado, así lo siento yo) por lo tanto me siento vacía,ya no somos dos.

 

Como explicaba al principio el fin de semana pasado empecé mi soñado curso de Doula. Por fin. Después de 6 años queriendo formar parte de ese mundo maravilloso, después de superar un embarazo frustrado, una maternidad que no llegaba, me sentí preparada.

 

La mujer de primo, me habló de Viktoria, con ella hicieron un curso de preparación al parto para su segundo hijo Mario y quedaron encantados. Me puse en contacto y todo fluyó. Una mujer poderosa, hermosa, con una energía contagiosa. Pude conocerla en un curso de rebozo al que me invitó a ir aunque yo no era Doula aún “pero lo serás”, me dijo.

 

Pasaron los meses y el sábado 25 de Octubre empezamos. 14 mujeres, cada una con su historia de vida, historias de partos, buscando embarazos algunas y yo con mis casi 11 semanitas de gestación. Fue un primer día intenso, lacrimógeno, emocionante y me dejó con ganas de más. Así que por suerte llegó el domingo y tuvimos más. Por la tarde, en plena charla de la gran ginecóloga Arianna Bonato sentí que algo no iba bien, algo se deslizaba por mi interior, un pequeño torrente de algo que mi cabeza supo que era sangre y mi corazón rogaba que no. Me quedé inmóvil, incapaz de levantarme para ir al baño, no quería molestar y no quería saber. Por suerte una compañera me abrió camino, fue para el baño y corriendo salí yo detrás. Ropa interior negra, cómo se me ocurre? De todos modos no había que ser un lince para apreciarlo: sangre. En ese momento mi mundo se me cayó sobre los hombros, una fuerza que venía de arriba me empujaba hacia abajo.

 

Hundida. Avisé a Viktoria, que avisó a Arianna, que intentó tranquilizarme y que me dijo que en cuanto terminara íbamos a su casa y me hacía una eco. Tranquila, piensa en qué pasó mientras te sucedía. Y fue “Una serie de catastróficas desdichas”, ya que justo en ese momento Arianna explicaba la cantidad de cosas horribles que pueden pasar en el primer trimestre, yo escuchaba intentando no hacerlo, con las manos en mi pancita diciéndole a mi pequeño cigoto que se tapara los oídos. Alguien pregunta por el huevo huero ¿¿¿??? y de ahí surgen cientos de preguntas y yo que viajo en el tiempo al peor momento de vida (hasta la fecha) y claro… tal vez ha sido por el disgusto.

 

Me llevaron a una habitación acogedora y estuvo conmigo la Cris, una hermosa mujer, guerrera, doula, ahora amiga que hizo todo lo que pudo para consolar lo inconsolable.

 

Llamaron a Carlos, en 20 minutos estaba conmigo, asustado, pero esperanzado, todos sabemos la cantidad de mujeres que sufren pérdidas durante las primeras semanas e incluso meses del embarazo.

 

Por fin terminó la charla de la ginecóloga, nos dio su dirección y en 10 minutos nos plantamos en su puerta. Yo destrozada, sentada en el suelo. Carlos impaciente, sufriendo porque me sentaba en el “piso frío de la calle”. Llegó Arianna “subo con la bici, enciendo el ecógrafo y os mando el ascensor para que subáis”. Resumamos el proceso: tumbada en la camilla (sin estribos, gracias al cielo, o sea con respeto), se rompió el silencio con una frase lapidaria ”no hay latido”. Otra vez a mi, eso que les suele pasar “a los otros” me estaba pasando otra vez a mi. ¿Una broma de Dios? No creo en Dios. ¿Será por eso entonces? O peor, ¿me pasa algo? ¿Estoy en mal estado? ¿O tal vez muy, pero que muy mucha mala suerte? Esperemos.

 

La ginecóloga me dijo que llegados este punto lo mejor era ir a casa y esperar, esa noche no me iban a hacer nada en ningún hospital y ya que esta vez mi cuerpo había empezado a expulsar lo mejor sería dejar que siguiera el proceso. No me explicó mucho más ya que ella veía que yo estaba en otro mundo y le pedía a Carlos que me trajera de vuelta “tócala, abrázala, que se va mucho”. No hay mucho para decir de lo que fue la vuelta a casa, la noche… un drama. Pena, pero sobretodo rabia”lo quiero romper todo” le dije a Carlos que me miraba asustado, lo hizo (hace) tan bien… menos mal que lo tengo a él y aunque suene egoísta, si esta historia era para mi sí o sí, menos mal que ha sido con él.

 

Los tres días siguientes fueron de una tristeza imposible de explicar, sólo aquellos que hayan pasado por algo así pueden imaginarse el dolor de la pérdida. Pasó el lunes con algunos mensajes de seres queridos, de seres amados, siempre presentes mis padres (como pudieron pobres, en ese día operaban a mi hermano) y lágrimas, lágrimas, lágrimas. Una tristeza que no conocía, contra la que no me enfrentaba hacía 5 años y que había cambiado, había mutado en mi, esta vez no era la ilusión lo que sentía que se iba,esta vez pude sentir que estaba perdiendo a mi hijo, una familia que estaba creciendo y se quedó a las puertas.

 

El martes, mi ginecóloga (otra gran mujer) me hizo un hueco en su agenda. No quise tacto y no quise ecografía, no quería que volvieran a hurgar dentro de mi. Vio la eco del domingo: saco gestacional de 10 semanas y media y embrión de 7. Habló con nosotros, dijo que haríamos unos análisis para descartar cualquier problema y si se veía entonces lo trataríamos en el siguiente embarazo. Ibuprofeno cada 8 horas alternado con paracetamol y que llegaría el momento en el que las contracciones serían más fuertes, el momento del expulsivo “serà com un mini part ja què el que expulsis serà petit”, que no reprima las ganas de ir al baño porqué será el momento del expulsivo. Madre mía, qué terror, una mujer no debería tener dolores de parto si no va a parir un bebé. Nunca. Dolores, sí, pero como una regla fuerte. Momentos de arranques de llanto, pesadillas al dormir y la absurda esperanza de que de alguna manera todo esto de un giro y el corazón mi pequeño vuelva a latir.

 

Y dio un giro, de repente el miércoles por la noche a eso de las 22.00 empecé con unos dolores terribles, iban y venían, me encerré en el baño,quería estar sola, pero Carlos no podía escucharme y entró. Estuvimos ahí, yo sentada con la cabeza apoyada en su cadera unos 30 minutos, con cada ola de dolor yo solo podía soltar un aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh medio ahogado, no a voz en grito, pero imagino que terrorífico para él. “No puedes estar así, vamos al hospital” “noooo” ya imaginaba en qué momento me encontraba, había que pasarlo. Pero él no lo entendía y el pobre lo estaba pasando fatal al verme así. Llamamos a mi ginecóloga pero tenía el teléfono apagado, quiso llamar a urgencias. Estaba tan nervioso el pobre, que le dijo al médico que su mujer estaba teniendo un parto involuntario. Los del 112 le dijeron me diera un paracetamol, son unos genios. 10 minutos más tarde me dijo “déjame que llame a tu papá para que nos lleve al hospital” pensé en él, en el apoyo que necesitaba él para poder estar conmigo y en que tal vez allí podrían decirme que sí, que iba por el buen camino.

 

Subimos al coche y mi madre me dijo “al Mar?” “Sant Pau” dije yo. Y aquí empieza mi historia de terror.

 

LA HISTÉRICA DE LA 5 (equipo médico del turno de noche dela noche del 29 de

Octubre, hospital de Sant Pau)

 

Llegamos a urgencias sobre las 23.00, me vinieron a buscar con una silla de ruedas y no llevaron a ginecología a Carlos y a mi mientras mi madre hacía todo el papeleo. Lo cierto es que fueron muy rápidos en examinarme, creo que es lo único bueno que puedo decir.

 

Antes de subir a la camilla el ginecólogo me pregunta que qué me pasa y le explico “¿dónde te hiciste la ecografía?” “en la consulta privada de una amiga, estaba con ella” “¿y no traes la eco?” “no” le digo “vale… ¿entonces no te dijeron de hacer un legrado? ¿Te quedaste así?” ya estamos, ya me siento imbécil, negligente y no sé porqué también me hace sentir mala madre. “sí, porqué ya me hicieron un legrado hace años y lo pasé muy mal y en esta ocasión mi cuerpo había empezado a expulsar y preferí seguir el proceso” le dije yo, aunque no era momento de hablar mucho porqué me estaba retorciendo de dolor. “Bueno, pues vamos a examinarte”.

 

Carlos me ayudó a desnudarme de cintura para abajo, me acompañó a la camilla y me ayudó a subirme. No sé porqué pero recuerdo muy bien esos estribos, muy grandes, blancos y desgastados. Yo estaba muy nerviosa, cómo es lógico, además de dolor me mataba el saber que otra vez estaba ahí: sala de partos.

 

Había que examinarme. Intentó introducir el fantástico separador, pero yo estaba muy tensa, lloraba y temblaba, lo volvió a intentar, levantó la cabeza y me dice el tipo (no quiero decir palabrotas) “mira, es que si no te calmas no te puedo mirar” la comadrona me miraba con cara de… no sé, como el que mira al infinito, no había rabia ni desdén, pero tampoco un mínimo de empatía. Tragué saliva, paré un poco el tembleque y le dije al energúmeno ese “por favor, un poco de comprensión”. De ir en quinta pasó a ir en tercera, incluso después podríamos decir que bajó a segunda. Paró todo, me dejó unos minutos con Carlos y volvió. Introdujo su separador y unas pinzas más largas que mi brazo, sacó tejido, pidió gasa y yo llorando calladita porqué no quería molestar. Me tenía que hacer una ecografía, claro, ¿más cosas dentro mío? ¿Con esta postura tan tortuosa? ¿Con el dolor que tengo? ¿Con la sangre que esta cayendo? ¿Después de tus pinzas? Pues sí, hay que ver qué está pasando, lógico. Parece ser que mi tensión no le dejaba ver nada, no podía moverse con tranquilidad por mis entrañas y así me lo dijo “estás muy nerviosa y no puedo ver mucho, te vas a quedar esta noche. Te damos un calmante y cuando estés más tranquila te vuelvo a mirar, te parece?” fue en esa última frase en la que bajó a segunda, a partir de ahí como la seda, lástima que acabó su turno.

 

Me llevaron a una habitación, me pusieron un gotero y a los dos minutos las comadronas se pusieron a gritar (porqué aquello no era hablar) que había que cambiar a la de la 5 (yo) porqué necesitaban la habitación para un parto. Entraron y como si yo no existiera empezaron a discutir de a dónde me iban a llevar (qué grandes ellas dos) “pues a la uno” “pero no sé si entra esta cama allí, a ver cómo está para andar, cómo estas para caminar?” “mal” les dijo Carlos, que las miraba con cara de “pero de dónde leches habéis salido?” Me llevaron, no sin darle unos cuantos porrazos a la cama contra las paredes, con el brazo enganchado al gotero hasta la primera habitación: horror. La habitación en la que estuve 5 años atrás “barbas, te estás pasando” pensaba. 30 minutos era persona otra vez, vino el gine y me dijo de volver a hacer la eco: saco gestacional de 11 semanas y embrión de 7,5. “es muy grande” me dijo la ginecóloga que lo acompañaba “seguramente mañana por la mañana te haremos un legrado” al ver mi cara descompuesta, me dijo que podíamos ayudar a que lo expulsara sola “de todos modos vas a tener que esperar hasta mañana”. Lo hablé con Carlos y decidimos que sí, prostaglandina al canto y si no lo expulsaba pues nada, legrado, pero al menos dar me una oportunidad de expulsarlo por mí misma. Dijeron que iba a doler porqué provocaría contracciones pero que me podían dar calmantes, que sentiría el momento del pujo. OK.

 

Cabe decir que en ningún momento nadie me puso una mano en la pierna, en el hombro, nadie tranquilizó a Carlos y nadie me dijo “imagino por lo que estás pasando” (aunque fuera mentira), nadie.

 

Al cabo de un rato empecé con mucho frío, pedimos una manta y la comadrona inexpresiva me tomó la fiebre porqué dijo que era posible que me subiera a causa de la medicación. 37. Dijo que volvería cada rato a vigilar si me subía. No la volvimos a ver en toda la noche.

 

En la habitación contigua a la mía había una parturienta que charlaba animadamente con su compañero, en un momento parece ser que pidió drogas y le dijeron “pero mujer, si ni siquiera estás de parto” le quedaba bastante, llevaba un buen rato e imagino que empezaba a molestar porqué venían más parturientas. Al cabo de una hora, más o menos vinieron a decirle “que sepas que va a ser cesárea” qué bonito ser comadrona hoy en día.

 

Mala suerte la mía ya que cuando se la llevaban para su feliz momento empezaba mi pesadilla otra vez. El calmante ya no hacía efecto y los dolores eran más fuertes, volví con mi aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh bajito en cada bofetada de dolor, agarrada a una mano de Carlos y relajaba cuando se iba. Otra vez “vuelve?” me decía Carlitos y yo asentía con la cabeza. No podía dejar de pensar que eso era un puto parto, que eso no tenía que ser así, que ahí fallaba algo y esa no podía ser yo. “voy a pedir que te den algo” yo no sabía si quería, otra vez pensaba que ese era el momento final, pero estaba costando así que dije que vale.

 

Pulsamos el botón y vino una comadrona a preguntar, Carlos le dijo que si me podían dar un calmante ya que nos habían dicho que durante la noche me irían administrando “espera que pregunto” dijo, se fue y no volvió. 10 minutos después Carlos salió para ver qué pasaba, volvió a preguntar y le dijeron que la Dra. estaba en una cesárea y ellas no podían hacer nada, que no estaban autorizadas y que había que esperar “pero tiene mucho dolor” “bueno, pero la Dra. está en una cesárea y no se puede hacer nada así que tendrá que esperar!” uy… “perfecto, nosotros estamos pasando por un aborto y mi mujer está mal!” “dile que me pusieron Enantyuuuum!” Carlos salió a decirle que me pusieron tal medicación y que si se hubiera molestado en entrar lo podría ver “mira, ahora cuando salga la Dra. le hablas en el mismo tono” le dice “tranquilo, déjala” le digo “a ver, qué paaasaaaa, qué paaasaaaa” otra comadrona sale de alguna parte “¡que le hable en el mismo tono! ¡dice que le duele! ¡Ella ha elegido pasar por esto, no ha querido legrado!”

 

Señora, señora, señora… ¿de dónde ha salido usted? ¿Dónde se piensa que está? ¿Con qué se piensa que trata? ¿Con chorizos? “no es así!” le grito yo desde la habitación y no contenta con eso “dice que le duele, ¿cómo le va a doler??!!!” “¿se lo explico!!!???” le grito”¡maleducada!!! ¡es una maleducada!!!” Increíble, aquello era surrealista. Por fin entró la comadrona del ”qué paaasaaaa” y me puso un Nolotil, le dije que si quería le decía porqué dolía y me responde que no es para tanto, que lo que pasa es que estoy muy nerviosa, que esto es ahora como un parto, que normalmente tiene final feliz pero que en mi caso no. ¿Hace falta??

 

En estas entra la famosa dra. de la cesárea y me dice que el Enantyum es antiprostaglandínico, genial chata, ponme lo que sea, me da igual”pero las señoras de afuera son unas maleducadas” le digo”no son señoras, son comadronas”… Mira, apaga y vámonos. ¿En serio estoy en el hospital? ¿En serio está pasando esto? ¿En serio?

 

Mientras me pone el gotero la comadrona llega la bebé de al lado. Miles de enhorabuenas y las perras rabiosas que estaban fuera de repente son unas gatitas dulces felicitando al nuevo papá y qué bonita bebé y tal y cual. Rompí a llorar, miré a Carlos y le dije algo así como “llora la bebé” y la tipa me dice que “a los bebés no los podemos hacer callar”. ¿Otra vez, en serio????

 

Me dieron un diazepan, querían que dejara de molestar, seguro, pero lo camuflaron diciendo que ayudaría a relajar la musculatura, o sea, el cuello del útero y con ello a hacer el famoso expulsivo.

 

Una hora más tarde a eso delas 3.00 yo estaba en Disneylandia, sentí que ahora sí. Y así fue. Por suerte estaba bastante colocada y lejos de ser traumático le dije muy tranquila a Carlos que ya estaba, había sucedido.

 

Las comadronas estuvieron TODA la noche gritando, contando chistes, riendo y en una fiesta de falta de respeto.

 

Por suerte ya no hubo más dolor, lo peor había pasado. La ginecóloga que tenía que pasar a verme durante la noche no vino hasta las 7 de la mañana cuando la llamé. Confirmó que parecía ser bolsa y embrión y que harían una eco para confirmar. A las 7.45 reconfirmaron mediante ecografía y en un par de horas me iría a casa.

 

La comadrona del turno de mañana vino a sacarme sangre para el grupo. Yo sabía que si la madre es RH- y el bebé positivo (o algo por el estilo) es incompatible con la vida, así que le pregunto a la señora comadrona que no había visto en la vida”puede ser por eso que no pude tener el bebé?” y me responde “estás obsesionada con este tema” claro, derrotada me pongo a llorar y trato de explicarle que estoy en pleno aborto, que estoy en sala de partos y que es duro verlas con sus barrigas y escuchar los llantos de los bebés “pero lo tienes que superar, en la calle también verás bebés”. Me callé, me dejé hacer y esperé el alta.

 

Ahora no quiero salir a la calle, no quiero volver al trabajo, no quiero volver a lo de antes, quiero algo diferente.

 

Hablamos de humanizar partos, luchemos por hacerlo. Luchemos por humanizar abortos y que no nos de miedo decir esa palabra, no es nuestra culpa.

 

Eso sí, saco algo positivo de todo esto: tengo un compañero increíble, con el que me siento más unida que nunca, cree que soy valiente y yo creo que él es todo un hombre, un caballero, un padre, un marido, es el amor de mi vida.

10/12/2017


Testimoni d’interrupció d’embaràs per malformacions greus

En este momento, a punto de cumplir la semana 28 de embarazo, y con ello dar un paso al inicio del tercer trimestre, no dejo de pensar en el momento del parto.
Ya soy madre de una nena maravillosa que llegó al mundo en un parto “acelerado” en el Quirón de Sabadell, por aquel entonces, llamado “Clínic del Valles”.
Si bien, debo reconocer que me trataron con sumo cariño, me presionaron (quizá involuntariamente) para aligerar el trabajo de parto con oxitocina, lo que terminó con Epidural y episonomía. No hubo una espera de adaptación antes de llevarme a planta, por lo que los inicios de la lactancia fueron muy complicados.

En 2015 volví a quedarme embarazada, y desde el positivo, estuve leyendo y preparándome para un parto natural. Era un niño muy deseado, y una segunda oportunidad para conseguir e parto que realmente quería, pero las cosas no fueron como esperaba.
Recuerdo tener marcado el 5 de Junio en el calendario, ese día me harían la eco de los tres meses y conocería a mi pequeño. Estaba tan ilusionada… Pero sin embargo, ese día marcó el inicio de una de las peores pesadillas de mi vida…
La ecografia daba una TN de 6, ducto venoso invertido, no se que história del cordón, ausencia de hueso nasal, y un higroma quístico.

Me quería morir. Mi hijo estaba enfermo y el pronóstico era malo. El TE daba porcentaje de 1/4 para Dawn y 1/7 para Edwars.
Pasó una semana, creo, hasta que me hiciesen la biopsia Corial en el Taulí, donde mientras yo lloraba, un médico muy insensible me decía entre risas que no me hiciese ilusiones, que ese “feto” no iba a vivir…
No recuerdo cuantos días pasaron antes de que me llamasen para decirme que fuese urgentemente al hospital a por el resultado. No me lo quisieron dar por teléfono.

Una vez allí, me hicieron esperar en una consulta vacía junto a mi marido, no sé si pasaron dos horas. De vez en cuando venía una enfermera a traerme clinex y a disculparse por no poder decirme nada ella. Finalmente nos llamaron y nos hicieron pasar a otra consulta donde delante de mi silla se podía leer un consentimiento para interrumpir el embarazo y unas pastillas… El pronóstico era muy malo, no recibí presión por parte del personal para tomar ninguna decisión (por parte de la familia es otro cantar). Accedí y me recordaron que en cualquier momento me podía echar atras. Las pastillas debía tomarlas en casa.

Recuerdo haber negociado y renegociado, hasta que finalmente me las tomé. No recuerdo ni para que servían, porque a la inducción debía de ir al día siguiente.
Dejamos a la nena con mis padres ese mismo día, pasé la noche agarrada a mi vientre, disculpándome, y al día siguiente nos dirijimos al Taulí.
La ginecóloga me revisó y me dejó verle una vez más, luego nos recomendó dar una vuelta y volver a pensarlo, porque no me veía bien.

Fuimos a tomar algo. Hacía mucho sol y no lo soportaba, le dije a mi marido que quería llúvia, tormenta, que no soportaba que en un día así hiciese sol.  Al poco llegaron mi suegro y mis padres (la nena estaba con mis hermanos), no hubo negociación. Todos tenían tan claro lo que debía hacer… y la decisión que tomase afectaba a todos…
Finalmente volvimos al hospital, mi marido y yo, y la ginecóloga me puso unos óvulos para desencadenar las contracciones.
Me ofreció algo para el dolor y me negué. Se limitó a decirme que bastante sufrimiento tenía ya, y le expliqué que necesitaba sentir dolor. Me respetó.

Me llevaron a planta, una habitación compartida con una familia latina que estaba mirando el mundial.
Al poco empezó el baile de las contracciones, me ponía a cuatro patas, movimientos pélvicos, sonidos siseantes. Y con la primera contracción se me ocurrió preguntar, ¿le dolerá a él?, como respuesta el cielo rugió y comenzó a llover, las contracciones se acompañaban de truenos. Yo le pedía perdón. De vez en cuando venían a ofrecerme analgésicos y me negaba, la peor parte se la llevaba él, yo merecía el dolor.
En un momento sentí algo entre mis piernas, una sensación extraña, miré al cielo y había despejado, pude ver una nuve con forma de bebé y me dije, -ya se ha ido…-, justo después sentí necesidad de ir al lavabo y sangré a chorro. Grité y una comadrona me dijo que era normal, me ayudó a salir del lavabo y me llevó con mi marido. Las contracciones volvieron a apretar, y me volvieron a ofrecer analgésicos. Me negué, aunque finalmente una comadrona me convenció de tomar algo que no me quitaría el dolor, solo lo haría más llevadero, que bastante sufrimiento tenía yo ya (no paré de llorar y fustigarme en todo el proceso).
No recuerdo cuanto tiempo pasó, yo me movía libremente, caminaba, me recostaba, mi marido me daba masajes… Fui al lavabo y recuerdo que por instinto coloqué las manos, y él solito cayó sobre ellas. Todo había terminado.
Me puse a gritar y acudió una comadrona, le rogué que no lo tirasen a la basura y que yo era la peor madre del mundo. Ella me abrazó, me lo negó, y se lo llevó, pude ver su manita, tan perfecta…
Al cabo de un rato me llevaron a una sala de partos, para alumbrar la placenta, en la habitación de al lado podía escuchar a una mujer en pleno proceso de parto… la placenta salió, pero quedaron restos dentro… Así que me llevaron a legrado.
Como había comido un par de galletas, no podían dormirme, así que me pusieron intradural. Todos los médicos y enfermeros me trataban un cariño importante, y en el momento de pincharme, un chico, del que solo recuerdo que olía muy bien y que tenía una voz muy suave, me abrazó y me susurró que intentase relajarme.  No sé si me dormí, pero lo siguiente que recuerdo es que me estaban llevando a planta, me dijeron que me habían dado algo que producía un poco de amnesia, pero que todo había ido bien. No sé que fué, pero supongo que sería algún relajante fuerte.
Esa noche la pasé llorando en planta mientras mis compañeros de habitación cantaban goles… y a la mañana siguiente me fui.
No puedo evitar pensar que hubiese sido un parto precioso, pero era un aborto…  Y a pesar de todo el dolor, lo que más recuerdo es el cariño con el que me trataron, como respetaron mis deseos y como no me juzgó nadie en ningún momento. Un aborto respetado. Como contra, el hecho de estar viviendo el proceso con una familia de desconocidos al lado creo que sobra, y la ausencia de apoyo psicológico. Fue mi comadrona la que me derivó a la psicóloga cuando ya había pasado todo el proceso.
En la autopsia me dijeron que mi hijo estaba aún peor de lo que pensaban, y que no hubiese sobrevivido al embarazo. Supongo que eso debería de aliviarme…

Mi embarazo actual vino por sorpresa, ya que nunca superé esta pérdida, y supongo que es la razón por la que me cuesta tanto conectar con mi nueva hija. Tengo la esperanza de poder tener un parto sanador, probablemente en el taulí, dónde siempre me han tratado tan bien… (también, un tiempo antes, había pasado por un ectópico y me trataron genial), pero creo que necesitaba compartir este relato antes de poder seguir adelante dejando el pasado y la culpabilidad atras…

08/12/2017

Legrats per mal us de tècniques diagnòstiques que posen fi a un/a bebè viable

Amb la normalització de les ecografies (malgrat els dubtes que presenta) cada cop es fa aquesta prova amb més freqüència i més aviat, especialment a la sanitat privada.

Una situació relativament freqüent de la que estem tenint coneixement últimament és la següent: dones que acudeixen a la consulta per a fer-se una ecografia estant en teoria embarassades de 8 setmanes inclòs 7 o menys, es troben amb que els diuen que el bebè està mort perquè no es veu res i/o no es sent batec del cor, i són citades en els dies inmediatament següents per a sotmetre’s a un legrat.

Ecografia.

Succeeix que quan algunes dones decideixen esperar, “sorprenentment” el seu embaràs es desarrolla amb total normalitat i acaben donant a llum a un/a bebè de bona salut.

¿Per què passa això? El cos d’una dona, el cos humà en general, no és un rellotge. Malgrat que els càlculs matemàtics d’acord amb la data de la última regla semblin indicar una edat gestacional, pot haver passat que la dona hagi ovulat més tard, que estigui embarassada de menys setmanes i en definitiva, que no es pugui sentir el batec del cor o veure res quan li fan una ecografia, malgrat tot estigui correcte.

Per tant, ens trobem amb embarassos perfectament viables, que degut a una ecografia no indicada mèdicament reben un diagnòstic erroni de pèrdua gestacional. I malgrat que les pèrdues gestacionals són desgraciadament comuns i no són un esdeveniment fisiològic perillós, sovint la única alternativa que se li proposa a les dones és un legrat, intervenció quirúrgica que per cert sí comporta riscs i per tant, hauria de ser utilitzada només en casos en que sigui necessari mèdicament i en qualsevol cas, la dona hauria d’estar informada.

Com que es programa el legrat inmediatament després d’aquest diagnostic erroni de pèrdua gestacional per mal ús de l’ecografia, el que es produeix és la mort d’un bebè en un embaràs perfectament viable, malgrat la seva mare el desitjava. La dona haurà de passar un dol que no era tal i una operació quirúrgica que no necessitava que haurà acabat amb la vida del seu nadó perfectament sa.

Només a Catalunya les peticions d’avortament a les mútues sanitàries per “falta de batec” detectades mitjançant ecografia superen la desena per dia. Ens preguntem quants d’aquests embarassos eren viables en el moment del legrat.

Davant d’aquests fets és necessari:
– Que les dones estiguin informades i entenguin que l’edat gestacional no sempre és exacte i que per tant, en fases inicials de l’embaràs pot ser que encara no es senti batec o es vegi res mitjançant l’ecografia, sense que això impliqui automàticament la pèrdua d’un embaràs;
– Que en cas de falta de batec o sospita de pèrdua gestacional, a no ser que hi hagi altres símptomes que preocupin, entenem que no és una situació d’emergència. Es perfectament viable esperar i assegurar-se de que la pèrdua gestacional s’ha produït.
– Que en cas de pèrdua gestacional confirmada el legrat no és la única opcióDe fet aquesta opció té més riscs que d’altres opcions disponibles per a terminar un embaràs en els inicis, tals com l’avortament químic o el maneig expectant. 
– Que ens sembla cínic que existeixin tantes presses en realitzar legrats a bebès que estàn vius degut a un mal ús de les proves mèdiques, i en canvi quan una dona pren la decisió personal d’avortar per la raó que sigui se’ls posi impediments que retardin la intevenció.
– Que es deixin de realitzar ecografies no indicades mèdicament al principi de l’embaràs i que es facin diagnòstics responsables que no impliquin la terminació quirúrgica d’un embaràs viable.

Ens preocupa que aquesta denuncia no és una novetat. A l’any 2010 El parto es nuestro ja havia publicat quelcom al respecte, i també se’n va fer ressò l’Armando Bastida al 2015Desgraciadament passen els anys i seguim igual, es segueixen realitzant legrats per posar fi a gestacions de bebès sans malgrat la mare desitjava aquest embaràs, per un mal i irresponsable ús de les tècniques diagnòstiques.

Testimonis

* S’han canviat els noms per a garantir l’anonimat de les dones.

“Estando de 7 semanas de gestación y con un positivo en orina, fui a visitar a mi ginecóloga, por privado, (primera visita), siendo mi segundo embarazo. En la eco no se vio nada, parecía saco vacío, y tampoco oímos latido. Nos indicó que sería un embarazo no embrionario o que había dejado de crecer y nos sugería interrumpirlo, aquí yo le pregunté si podríamos hacer otra eco o alguna otra cosa, si no era pronto. Él nos dijo que podíamos repetirla a la semana, pero que estaba claro que no seguiría adelante y que lo mejor sería un legrado. Yo quise hacerme de nuevo una eco a la semana y así lo hicimos, cuando volvimos (si, volví al mismo centro…) no se escuchaba latido, pero si se veía, me volvió a decir que en este caso parecía que había avanzado el embarazo, pero no había latido, y lo que él aconsejaba, etc. que en la mayoría de casos este tipo de embarazo no seguiría, de nuevo le dije de volver, pero esta vez a las 4 semanas, para estar de 12. Volvimos (tercera y última vez) y mi bebé estaba sano y fuerte… nos volvió a dar “malas noticias” así que decidimos, por fin, cambiar de profesional, y acudir a otro, también privado. Ahora, 30 semanas después, mi embarazo va viento en popa y mi bebé creciendo, fuerte, sano y “sonoro””

*****

La Maria va anar embarassada de 5 setmanes + 5 dies a urgències ja que tacava, allà van confirmar l’embaràs, van poder veure el cor i van mesurar l’embrió, que feia 4,5mm en aquell moment. Uns dies després tornava a tacar i va anar a urgències, estava de 6 setmanes +2 dies. Malgrat que el bebè anava creixent i ara feia 5,6mm, com que durant l’ecografia no van “trobar batec” li van programar un legrat que va tenir lloc uns dies després, quan encara no estava de 7 setmanes.

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“Havíem decidit ser pares però els mesos següents vaig tenir una complicació de salut que va retrassar els nostres plans. Quan volíem tornar a intentar-ho, un familiar es va posar molt malalt. Jo em sentia malament del baix ventre i vaig anar al ginecòleg, que em va dir que estava embarassada però… no hi havia batec. Com que el ginecòleg no se’n refiava em va enviar a Bellvitge on suposadament tenien un millor ecògraf. Tres dies després, tampoc hi havia batec. 

Vaig calcular que la meva última menstruació havia estat feia 8 setmanes i de totes maneres mai he estat regular, però donen les dates per bones: el fetus no ha evolucionat i punt. Em deriven a SJDD Esplugues per a un legrat als dos dies. Arribo a l’hospital i em posen unes pastilles, la via i em pugen a l’habitació. Ningú m’explica de què va. Ningú em diu que el que em fan és provocar-me un part. Un part trist, en sec, molt dolorós i inesperat. 

De la força de les contraccions em trenco dues dents. Finalment després de 6 hores em baixen a quiròfan. Prego per a que aturin aquell mal horrible. Ploro molt i li dic a una infermera que si parir és això jo no vull ser mare. Ella em diu que no és així, que avui vinc a despedir-me d’un nadó que no ha evolucionat, però que quan vingui per a donar-li la benvinguda tot serà diferent. Li agraeixo els ànims, però estic desfeta. 

Mentre espero que em portin a quiròfan sento a una gine preguntar per la ecografia prèvia, “No li hem fet cap eco, venia derivada i hem donat veracitat” li diuen. Ella contesta: “Que no sabeu que hi ha bebès que desperten més tard?”. En aquell moment la odio amb totes les meves forces, tinc ganes d’aixecar-me i cridar, però no tinc forces. 

M’entren al legrat, que finalment és per aspiració i dono gràcies de que acabi aquell malson.

Durant molt de temps vaig culpar a la malaltia del meu familiar, als nervis que havia viscut per aquesta causa i a tot plegat i a mí mateixa de que el bebè no creixès. Després em vaig anar informant… Vaig conèixer Dona Llum i vaig saber que si hi ha batec i després no, pot ser un avortament. Però si no hi ha batec potser és que estàs embarassada de menys temps de l’estimat i es pot esperar. 

A principis de desembre de 2.014 em vaig tornar a quedar embarassada. Al anar a la revisió ginecològica em van dir el mateix, que no hi ha batec. Em tornen a derivar a Bellvitge, on confirmen la falta de batec i em diuen que cal fer un legrat. Aquest cop dic que no, que esperarem una setmana, i dic que si cal dues. Quan tornem a la setmana hi ha batec, un batec fort, rítmic i meravellós. Fins i tot l’ecògrafa s’emociona. 

Més endavant, en fer la ecografia morfològica el ginecòleg s’emprenya, no estic de les setmanes que havien calculat i per això les mides no corresponien. Em retrassen en 9 dies la data provable de part. Imagineu-vos si eren equivocats els càlculs! A principis de juliol de 2.015 va néixer el meu fill perfectament sa, aquell que no tenía batec.”

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Tinc una malaltia molt comuna en dones i poc reconeguda que es diu Endometriosi. Aquesta malaltia, un dels símptomes que dóna, es la infertilitat. Per aquest motiu, el meu company i jo, vàrem de recórrer a la Fecundació In Vitro. Vam aconseguir el positiu a la primera, després de cinc anys intentant ser pares, amb diferents intervencions quirúrgiques, i moments molt durs.

A la primera visita tot bé, i a les 8 setmanes i 4 dies, a  les 7:00h a.m., (m’encordo com si fós avui), hem vaig aixecar per anar al lavabo, i estava plena de sang. Vaig anar com vaig poder fins a l’hospital de referència (durant la setmana treballava fora de casa). Quan vaig arribar a urgències hem van tenir dues hores esperant sola, ja que era el canvi de torn. No sabeu quina angoixa vaig patir durant aquestes dues hores, perdent sang, i la resposta que em van donar: “Ara ja està, si l’has perdut, ja està”. Van ser les dues hores més llargues de la meva vida, i pel meu company també, que va haver de venir, sabent que estava en aquelles condicions.

Un cop vam entrar a la consulta, la doctora hem va fer una eco i no es veia res, cap sac gestacional ni res. Així que em van diagnosticar avort complert sense requeriment de legrat. Em van recomanar fer una mica de repòs, i que la propera menstruació vindria més forta i més tardana.

Durant aquest temps, vam passar un procés de dol molt dur el meu company i jo. Vam superar-ho juntament un amb l’altre, però va ser un enfonsament molt dur i difícil de recuperar.

Al tenir endomentriosi, ja tinc els cicles menstruals més llargs, així que no em vaig preocupar quan feia un mes i mig que no em venia la regla. El problema va ser quan, jo notava un vulto sota el ventre, vaig anar al meu metge de capçalera. Estàvem força espantats, es podia veure als ulls del meu metge que aquell vulto, molt normal no era, jo hem temia el pitjor. El metge em va tocar el vulto, i em va fer passar a la sala d’ecografies, però em va dir que: “no pintava massa bé”. I la sorpresa va ser quan, aquell vulto, era perquè estava embarassada. Aquella nena que pensàvem que havíem perdut, allà estava movent-se, amb una vida per endavant.

Va ser una alegria molt gran, però sort que no em van fer legrat, sinó no estaríem esperant a la Joana. Però aquell mal diagnòstic, ens ha fet passar per molts mals tràngols, els quals eren innecessaris, posant en perill la vida del bebè i meva.

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Més recursos:

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Associació Petits amb Llum

Ecografia durant l’embaràs

 

08/12/2017

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