Testimoni part a Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona


Salía de cuentas el 27 de marzo de 2017. Ya el día 23 me desperté por una contracción de las “buenas”, después de haber tenido durante días, incluso semanas, las de Braxton Hicks. Media hora más tarde otra, y luego otra. Así que estábamos en marcha. Durante toda la mañana estuve con contracciones, bastante dolorosas ya, pero sin ningún patrón. Venían una vez cada 15 minutos y luego cada 40, así que aún nada serio.

Por la tarde expulsé el tapón mocoso y por la experiencia en los partos anteriores ya sabía que iba a tener a mi niña o esta noche o mañana. Las contracciones seguían sin ritmo, y hacia las 22h ya venían cada 15 minutos o 20.  Cuando a las 23:30h venían algunas cada 10-12 minutos decidimos llamar a la canguro, Maria, y al tío Jordi para que vinieran a cuidar los niños, ya que preferimos irnos ya al hospital por precaución: llevaba un día entero de contracciones y encima lo teníamos a 40 minutos en coche, y el miedo de que me iba a poner de parto en serio en el coche estaba presente (mi cuarto hijo nació en cuestión de 1hora…). Así que nos fuimos.

Al llegar al Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona a las 0:50 aprox. sólo nos encontramos un enfermero aburrido en la entrada, que se animó de seguida cuando le dije que creía que estaba de parto y me llevó a la zona de obstetricia, mientras tanto mi marido hizo los trámites para el ingreso en urgencias. Dentro me recibió el matrón, Juan. Todo estaba muy tranquilo y medio a oscuras.

Juan me acompañó a un box y me preguntó si me podía explorar para saber si realmente estaba de parto. Y, o sorpresa mía, estaba ya dilatada de 5cms! Así que dijo que me podía quedar ingresada y que íbamos a poner las correas 15 minutos antes de ir a la sala de partos naturales (por mi historial había visto que había solicitado parto natural). Mi marido ya había llegado también y nos fuimos a otro box para las correas.

Allí Juan me dijo que si me parecía bien me iba a poner la vía, simplemente para tenerla puesta, que seguramente no la iba a necesitar, pero por si las moscas. Dicho y hecho. En los 15 minutos de correas me pidió el plan de parto y hablamos detenidamente todo (y no me puso pegas para ni una cosa). Mi nena estaba muy activa en la barriga y eso se veía en las correas, la FCF no bajaba de 170…

Finalmente fuimos a la sala de partos naturales. Realmente es preciosa. Yo ya la había conocido en la sesión informativa, pero mi marido quedó tan impresionado que hizo fotos y todo: la silla de partos, pelota, bañera, fulares,… y todo muy acogedor, limpio y nuevo. Juan ya me estaba llenando la bañera que tanto ansiaba, pero dijo que hasta que no bajara un poco la frecuencia cardíaca de mi bebé no me lo recomendaba porque por el calor podía subirla aún más. Me senté pues en la pelota de pilates, con las correas inalámbricas puestas (la dinámica no le interesaba a Juan, solo la FCF) y ahí pasé un buen rato.

Pero ni después de beber ni comer ni moverme ni nada bajaba la frecuencia, siempre estaba entre 170 y 185, y habiendo pasado así ya una hora Juan dijo que tendríamos que abrir la bolsa amniótica para ver si las aguas ya estaban teñidas y así asegurar que la niña seguía bien a pesar de su frecuencia cardíaca. Como yo ya llevaba casi 24h con contracciones dolorosas y sólo quería tener ya a mi niña en brazos no me parecía mala opción, sabía que con eso iba a acelerarse mucho la cosa, estaba dispuesta a asumir la desventaja de que a partir de entonces las contracciones iban a doler más. Así que Juan me hizo tumbar y pinchó la bolsa.

Y a partir de ahí noté que realmente estaba de parto. Hasta entonces las contracciones aún no habían estado realmente regulares, pero ahora ya parecía que sí. Eran aproximadamente las 2 de la madrugada. La pelota ya no me hacía gracia con las contracciones que ya eran fuertecitas, así que preferí caminar y con cada contracción cogerme a los fulares y aguantar la contracción de pie, circulando la cadera, ante la silla de partos. La frecuencia cardíaca seguía alta y por protocolo Juan tuvo que llamar a la ginecóloga para informarla: ésta entró, se miró el registro, dijo que no había problema aún y se fue.

No obstante, que si seguía una hora más así tendrían que mirar el PH de la nena sacándole sangre de la cabecita. Juan hizo lo imposible para que nos sintiéramos cómodos: hubo música relajante, las luces estaban apagadas, sólo estaba él con nosotros, e incluso me trajo zumo dos veces y un cojín de calor para mi espalda, ya que ahora tenía las contracciones sobre todo en la espalda. Y siempre me decía que escuchara mi cuerpo y que le hiciera caso, qué él sabía parir. Me iba preguntando cómo y dónde sentía el dolor y si ya sentía presión. A partir de las 2:30 las contracciones realmente dolían mucho y empecé a soplar ya con fuerza y a “cantar” durante cada una de ellas.

Y finalmente noté esa presión, sabía que la niña ya había bajado. Mi cuerpo me pidió empujar y así lo hice, con unas pocas contracciones (durante las cuales se podían escuchar mis gritos por todo el hospital seguramente, así era como sacaba más fuerza) noté la niña bajar y finalmente salir. La parí de pie, cogida de los fulares, y con una pierna subida a la silla de partos. Juan me la quiso dar de seguida, pero casi no pude cogerla, ya que tenía el cordón extremadamente corto. Así que me quedé medio agachada aún un minuto para dejarlo latir el máximo tiempo posible, antes de que lo cortara mi marido y pudiera coger a la pequeña Mia en brazos. Qué felicidad!

Me estiré en la cama con mi niña ya mamando para que Juan pudiera mirar si necesitaba puntos, pero me había quedado sin un rasguño. Juan me pinchó la oxitocina (fue una de mis peticiones del plan de parto, odio las vías intravenosas, se me hincha mucho la zona de la vía, así que mejor pincharme) y me dijo que cuando quisiera podía irme a la ducha (una de esas a nivel, como en los hoteles de lujo, jajajaja) cuando quisiera y en cuestión de una hora o dos nos subía a planta. Y ahí me quedé un buen rato con Mia encima, luego me duché y me senté en la silla de lactancia a seguir dándole teta antes de que subiéramos a la habitación (individual, por cierto). Mia pesó 3430g y midió 51cms y nació a las 2:46h del 24/03/2017.
En conclusión: fue el parto soñado, a la quinta va la vencida. Aunque finalmente no pude probar la bañera sí pude parir de pie y me encantó. Me gustó todo en ese hospital, desde el principio hasta el final, cero intervenciones no consultadas. Juan me preguntó todo, me pidió permiso para todo. Y sólo me hizo un único tacto, el del ingreso. Me sentí muy muy a gusto, fue un parto realmente romántico y le estaré siempre agradecida a Juan por el buen rato que nos hizo pasar. Estoy segura que en otro sitio y/o con otra matrona/médico se hubieran puesto mucho más nerviosos por el tema de la frecuencia cardíaca.

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